Nosotros
Ramón Elias López Jaime Bejarano
La historia le daría el titulo de padre de la radio a James Clark Maxwell, luego de una larga cadena de descubrimientos hechos desde Newton hasta Hertz. Pasarían entonces varias décadas y la primera transmisión sin hilos de señales hertzianas, para que en Palmira existiera el andamiaje que da vida a una emisora.
Corría el año de 1932 cuando Luis Carlos Velasco Madriñan, propietario de una imprenta, y Jack Wilson-White, un ingeniero eléctrico norteamericano1 que trabajaba en el ingenio Providencia; resolvieron por iniciativa propia instalar una emisora de onda corta en Palmira, siguiendo algunos lineamientos de las estaciones que se escuchaban de otras latitudes. El nuevo “milagro” de la ciencia recorría el mundo, la palabra no tenía barreras y Palmira no era una excepción.
Por estos días llegaban al mercado de la Villa unos pocos radiorreceptores con tecnología a partir de tubos al vacío que no despertaban mayor interés entre la población, las primeras marcas fueron la Philco, la Blaupunkt, laTelefunker, la Phillips y la RCA Victor. El periódico era el medio de información por preferencia y no importaba que llegase en chiva con un día de atraso. Existían el Relator, el Diario del Pacífico y el Correo del Cauca; hechos en Cali. Pronto deberían compartir la audiencia.
El primer equipo de onda corta de White y Madriñan tenía un alcance de 5 W de potencia y por medio de este los Palmiranos supieron de la guerra entre Perú y Colombia. Toda la información de carácter inmediato llegaba por telégrafo y cualquier mensaje del interior popularmente se conocía como “Marconi”. Cuando el avión en que viajaba Carlos Gardel en 1935 se estrelló en Medellín, el pueblo recibió un “Marconi” con la cancelación de ocho tiquetes aéreos por parte de la empresa de aviación y carga SACO; que fue difundido por la insípida estación radial existente.
Estos equipos fueron desmontados por razones de orden público hacia 1936, era el inicio de una larga historia de violencia en la región y en Colombia, dando paso al ensayo con estaciones pequeñas hasta que Daniel Benítez y el santandereano y fundador de Radio Libertador de Cali, Rafael Angulo; fundaran Armonías del Palmar el 12 de octubre de 1939, con carta de autorización del gobierno nacional ya que no existía una legislación clara en cuanto al espectro electromagnético.
Los estudios se instalaron en la calle 28 con carrera 28 y todo el conjunto de tubos de vacío y bobinas que constituyen un transmisor, en la llamada “vuelta del diablo” junto a lo que actualmente se conoce como la empresa Lidagás. Simultáneamente existía otra emisora llamada La Voz del Trópico, propiedad de la familia Dorronsoro, fundada también a finales de los años 1930s. Los estudios de la Voz del Trópico se encontraban en la esquina de la carrera 28 con calle 30 donde hoy funcionan las oficinas del Banco Cafetero y el transmisor estaba en una pequeña casa en terrenos de la hacienda Dorronsoro, ubicada entre el actual colegio Politécnico y el supermercado Galería Punto Versalles.
Como existían pocos radio receptores, era común observar en la plaza de mercado o en el parque Bolívar grupos de personas o familias reunidas en torno al novedoso aparato, que informaba sobre el acontecer local y global. Las dedicatorias, los anuncios de grado, fallecimiento, matrimonio y canciones por complacencia, se cobraban a un peso y constituían el sustento de las emisoras. Registrar una dedicatoria o anuncio en una emisora era la forma mas prestigiosa de difundir información. Cuando los palmiranos empezaron a descubrir, hacia 1940, el valor de la radio como medio informativo, ya se escuchaban anuncios publicitarios como “El almidón de sagú se vende en el granero El Ancla, de Gabriel Toro Márquez”.
Por aquellos días realizaba el mantenimiento de las emisoras Crispín Álvarez [ver foto], propietario del taller Radio Laboratorios Álvarez, ubicado en la carrera 27 con calle 33, quien conocía los mecanismos de las bobinas, las ecuaciones, la “magia” que hace viajar una señal por el espacio sin ser vista. Aprendió la técnica por correspondencia desde Los Angeles. La National Schools of Los Angeles, California enviaba mensualmente fascículos con planos, símbolos y exámenes para ser reenviados. Fue el primer radio técnico certificado de Palmira y tal vez de la región. Crispín ensamblaba amplificadores, tocadiscos, bafles, alquilaba equipos para fiestas y reuniones sociales y hasta reparaba planchas.
Hacia 1944 Jaime Bejarano, quien había trabajado como tipógrafo de la imprenta Nueva Patria, donde se hacia el magazín Pueblo Libre cuyo director era Américo Kuri; realizaba en Armonías del Palmar el radio periódico “Ecos de Palmira”. Fue en este espacio radial donde Jaime acuñó la frase “Palmira capital agrícola y ganadera de Colombia”. Los habitantes de la Villa de las Palmas escuchaban por primera vez el eslogan que identificaría su ciudad por el resto de los días. También escuchó Palmira el 10 de Julio de 1944 que Alfonso López Pumarejo, entonces presidente de Colombia, había sido retenido en Nariño por algunos militares y Alberto Lleras lograba dominar el golpe de estado por un micrófono desde Bogotá.
Después de trabajar varios años como control, locutor y mensajero; Jaime se convirtió en propietario hasta hoy de Armonías del Palmar. La compró por 12,000 pesos ante la oferta de sus propietarios. Rafael Angulo dijo: “compre la emisora Jaime, ya estoy como cansado” y sin pensarlo este pionero se hizo director y propietario de la estación. El estudio de Armonías se trasladó en esta nueva etapa a la carrera 29 entre calles 32 y 33 donde se encuentra hasta hoy.
Colombia viviría el 9 de abril de 1948, un suceso crucial para su futuro político y social. Debido al asesinato del caudillo liberal Jorge Eliécer Gaitán, el pueblo enfurecido y azuzado por algunas estaciones radiales salió a la calle a destruir todo a su paso, pidiendo justicia, guiado por la indignación. Vino a Palmira el entonces abanderado de paz, Luis Bustamante, para evitar que la violencia ocurrida en todo el territorio Colombiano cobrara mayores víctimas en esta región y el micrófono era la forma como se creaba consenso; antes del reinado del cíclope llamado televisor.
En la década de 1950 Palmira conocería en los micrófonos de Armonías del Palmar locutores como Armando Bustillos, uno de los mejores por su dicción e información; a Rómulo Valencia, a Chepe Saavedra quien hacía programas de tangos imitando el acento argentino, a Luis Horacio Bedoya, a Javier A. Buitrago, a Italo López y a Raúl Cobo.
Palmira escuchó el acontecer nacional y global de las voces de estos hombres. El 13 de junio de 1953, con el respaldo de diversos sectores políticos y sociales, el teniente general Gustavo Rojas Pinilla derrocó al entonces presidente Laureano Gómez y Armonías del Palmar difundió la noticia que causó temor e incertidumbre en la población. Decenas de personas llegaron hasta la emisora esperando obtener alguna información adicional.
Carlos Arturo Rueda, famoso locutor en Colombia, fue escuchado por los palmiranos oyentes de Armonías narrando partidos de fútbol imaginarios. Este hombre enfrentaba equipos de médicos contra abogados en colosales encuentros, que generaban polémica en los círculos sociales y constituían una forma de entretenimiento en las tardes calurosas de la Palmira de antaño
La Voz del Trópico cuyo director artístico era Roberto Gómez Pardo, otro gran impulsor de la radio en Palmira, fue clausurada y sus equipos confiscados por el ejército nacional. Se le acusaba de haber incitado al pueblo a la violencia contra los conservadores. El 9 de Abril fue la ultima vez que la Voz del Trópico llegó con sus mensajes y melodías a los radio escuchas de la Villa. Armonías del Palmar pasaría inerme los controles y censuras impuestos por el gobierno.
Luego de la clausura, Roberto Gómez Pardo o “Rogomezpar” como lo conocían sus amigos, montó con asesoría de Crispín Álvarez en varias cuadras del sector de la galería un circuito alámbrico de bafles, por los que se escuchaba música, se promocionaban bailes, pomadas, artistas y toda clase de eventos que podían interesar a la audiencia. “Rogomezpar” contrataba aficionados a la radio, cantantes y animadores como Hernando Barona Márquez, Oscar Gómez y Ananías Estupiñán, para que realizaran audiciones y conversatorios por el circuito.
Los hombres de la radio, como los llamaban, eran las estrellas de antaño. Con sombrero, traje blanco, zapatos lustrados y paseándose por la plaza de mercado, por el teatro portátil de Pedro Nel Ospina y el parque Bolívar, representaban el mundo que hoy llamamos de la farándula. Aún estaban muy lejos los días de la internet y lo virtual, de la imagen plana y el tecnicolor. Los protagonistas de los medios no eran esa especie con la que hoy no se puede interactuar fácilmente.